Día a día nos vemos bombardeados con municiones de influencia, permanentemente los contenidos que aparecen en nuestra vida diaria tales como un noticiero al mediodía, un programa de radio, un tweet, un post en Instagram,una canción, un libro y sin ir más lejos este mismo relato intentan en cierta forma influenciar en quién lo consuma (en vos).
La variedad es sinónimo de elección, desde muy pequeños estamos en cierta forma obligados a elegir quién va a ser nuestro ejemplo a seguir, en otras palabras, quién nos influenciará en nuestra vida. En general, este lugar es ocupado por nuestros padres sin importar cuál de los dos sea, en otras ocasiones se ve ocupado por un hermano mayor o una persona que está muy cerca nuestro.
Conforme el tiempo pasa, este lugar es ocupado por varias personas distintas yendo desde algún músico, escritor, artista o influencer hasta un amigo. Cuando tomamos alguna persona como un ejemplo a seguir normalmente tomamos muy en cuenta su opinión sobre nosotros (en caso de que éste sea cercano) y de alguna manera copiamos sus formas de actuar en diferentes situaciones por lo que ésta persona indefectiblemente se convierte en alguien importante en nosotros capaz de cambiar nuestro rumbo de vida con unas simples palabras.
En este caso no pretendo hablar de la importancia de las personas famosas que son tomadas como un ejemplo a seguir por chicos y grandes y la gran responsabilidad que llevan consigo, si no quiero hacer notar la importancia de elegir correctamente quién nos va a influenciar y los peligros que puede llevar a cabo tomar esta decisión a la ligera.
Luz en la oscuridad
Como anteriormente mencioné la persona que tomemos como influencia va a tener la capacidad (valga la redundancia) de influenciarnos (y no es poca cosa). En momentos donde uno está perdido, ellos van a ser los encargados de guiarte hacia la luz y poder continuar con el rumbo de tu vida, así debería ser pero no siempre la teoría se aplica a la práctica. Por otra parte, a través del conocimiento y las experiencias podemos hacer que la vida juegue para nosotros.
“Cuando estés mal, cuando estés solo, cuando ya estés cansado de llorar. No te olvides de mí por que sé que te puedo estimular”*
En una sociedad en donde nos acostumbramos a que las experiencias sean efímeras y las cosas se hagan rápido se presupone que no hay tiempo para los sentimientos, un mundo frío no da lugar al caluroso sentir del humano. Por eso, no tenemos muy en cuenta hacia dónde nos dirigimos espiritualmente hablando, solo importa el destino y no el camino hacia él.
Por eso, la gente no suele pararse a pensar en quién están depositando su influencia y esto provoca estragos enormes -como el hecho de que haya gente cuyo ejemplo a seguir sea un político-. Pero tampoco quiero que crean que tengo toda la razón, es más, les voy a contar mi historia con la influencia.
Hace años cometí el pecado del que les vengo hablando, tomar la decisión de quién me va a influenciar con mucha ligereza -demasiada-. Era un chico con metas claras y proyectos que venían funcionando por lo que jamás imaginé que una mala influencia iba a cambiar tanto mi rumbo de vida. La conocí. Con sus encantos en poco tiempo consiguió involucrarme al 100% con ella, Laura era su nombre, aseguraba ser una chica sin mucho autoestima y con mucho amor para dar -del que ella no se daba a si misma- en ese tipo de promesas extrañas fue en las que caí.
Por un buen tiempo las cosas con ella iban bien -demasiado bien- salíamos, hablábamos hasta altas horas de la noche, compartíamos gustos cual hermanos separados al nacer y su presencia era solo una distracción agradable. Aunque yo siempre intentaba manejar mis tiempos de tal manera de darle a cada cosa su duración necesaria, todo se comenzó a complicar pues ella mediante actos de victimización comenzó a pedir más y más tiempo del que yo disponía para otras cosas como mis proyectos. De a poco me iba llevando por su mismo camino.
En ese tiempo me costaba demasiado decir la palabra “No” y sus constantes deseos eran complacidos uno por uno, increíblemente esa persona era mi mayor influencia y mi ejemplo a seguir por lo que tenía una injerencia directa en mis acciones y decisiones. Su cambio de actitud fue tan gradual que pareció repentino, todo había cambiado y esas charlas hasta la noche eran solo discusiones que me quitaban el sueño, esos gustos en común ahora eran solamente diferencias y por sobre todas las cosas esa distracción agradable comenzó a ser la peor de las distracciones.
En parte, era consciente de todo el mal que me estaba haciendo pero en un afán de perdonarla le echaba la culpa a otras cosas y personas tales como amigos y familia. Me había convertido en alguien fácilmente manipulable reuniendo todas las condiciones, pues consiguió que me aleje de mis seres queridos, dejé de hacer actividades recreativas y mi razón de existir se había centrado en una persona. Mi dependencia emocional era tan grande que un simple comentario cambiaba mi día, en otras palabras, le dí el mando de mi avión a alguien que quería estrellarse contra las montañas y era un avión que no estaba dispuesto a parar, al menos, no yo solo. Mis actitudes eran diferentes, yo mismo había cambiado y me había convertido en una especie de lobo feroz frío y solitario, mi existencia era compartida con la suya y no iba a parar hasta que me estrellara. Lo hice.
Llegué al fondo de todo, pues me pelee con el último eslabón de mi ser, me pelee con Laura. El escenario era digno de un relato salvaje, era realmente doloroso e impactante ver como pasé de ser un chico tan risueño a un insolente cualquiera. Sin metas, sin seres queridos y sin un alma, era simplemente un cuerpo vagando con el peso de mi existencia. Me encontraba en un pozo del que no quería salir pues toda persona que intentaba ayudarme se veía rechazada por mi frialdad y mi pavor a seguir adelante sin ella. Un día, me sacaron. Mis padres que fueron, son y serán mi mayor ejemplo a seguir consiguieron sacarme -un poco a los palos- de ese pozo de lamentos en el que me encontraba inmerso.
Jamás volví a darle esa importancia a alguien y esa herida que Laura dejó no me permitió confiar en la gente por un buen rato hasta que esa herida sanó.
Reflexión
De toda experiencia -por más trágica que esta nos parezca- debemos intentar sacarle el mayor provecho posible para que no nos vuelva a suceder algo parecido y en este caso quiero compartirlo con vos.
Aprendí que la influencia no es algo que debemos llevar a la ligera, es importante de dónde y por sobre todo de quién nos vamos a nutrir en materia de filosofía de vida, no siempre es malo dejarse influenciar pero debemos saber bien quienes realmente nos quieren ver bien y quienes no, pensar, en qué personas intentaron ayudarte siempre de manera desinteresada y sin pedir absolutamente nada a cambio, esa gente es la que de verdad te va a guiar en la lobreguez por la que a veces nos podemos ver abrumados. Por otra parte es importante no idolatrar a nadie, no poner a nadie en ningún pedestal pues ni la persona mas sabia y coherente se ve eximida de cometer errores. Esa, en efecto, es la escencia del ser humano, cometer errores, equivocarse y sacarle el mayor jugo para que eso no vuelva a suceder. Crear nuestra propia filosofía desde cero es algo extremadamente complicado por lo que tomar modelos a seguir no es algo necesariamente malo siempre y cuando tengamos un criterio personal y crítico, enamorémonos de ideas y no de personas.
Cuando uno está dispuesto a comerse el mundo y tiene bien en claro sus objetivos:
No hay mejor influencia que uno mismo.
*Extracto de la canción “De Mí” de Charly Garcia. Álbum: Filosofía barata y zapatos de goma