Las diferentes experiencias que el destino y la vida me han presentado me han llevado a, forzosamente, aferrarme a conceptos relacionados con los sentimientos, siempre quise -y quiero- entender el por qué sentimos lo que sentimos y cómo lo sentimos, que partes nos tocan como para que amemos y cuáles para que odiemos.
Pero ahora no quiero hablar del sentir, si no de todo lo contrario.
Los Apáticos (Apatheia)
Durante mi existencia he conocido bastantes personas así y cada una fue un sujeto de estudio, me interesaba -y me sigue interesando- como eran capaces de no sentir motivación, entusiasmo y aún así estar vivos. Vivos estaban pero no sé si vivían. Personas que no sienten, porque no quieren, porque no pueden o porque no saben cómo. Como dije anteriormente, siempre me interesó conocer profundamente a estas personas para saber por qué tomaron esa decisión o si fue algo espontáneo. Pero no pude.
Mi visión sobre los apáticos era relativa al momento sentimental que estaba viviendo, a momentos, en donde los sentimientos me traicionaban y me hacían creer que nada tenía sentido, creía en los apáticos de alguna manera los alababa ya que ellos supieron escaparse de ese dolor. Pero cuando me sentía pleno, cuando mis sentimientos consensuaban para hacerme sentir bien me preguntaba:
-¿Por qué no sienten los apáticos?-
Sin darme cuenta que estaba cayendo en la contradicción más estúpida de toda mi vida. El apático simplemente pasa por la existencia sin conectarse a fondo con las experiencias que nos tocan, con lo que nos atraviesa el cuerpo, con nuestras sensaciones mas íntimas. Es una especie de balanza en donde deja la posibilidad de sentirse pleno pero se quita ese costal pesado llamado “sentimientos” los cuales pueden hacernos mal en ciertos casos.
Una forma de vivir así existe, es un elemento proveniente de la escuela estoica y tiene nombre, es llamado: Apatheia y refiere a la indiferencia. Mucha gente decidió seguir este camino el cual fue primeramente implementado por los filósofos de la antigua Grecia en sí asegura que al quitarle opinión al hecho el dolor es mas leve, en otras palabras, no sobre analizar las situaciones que la vida nos presenta. Según la opinión sufrimos.
“El dolor es leve si la opinión no le ha agregado nada; … al considerarlo leve, lo harás ligero. Todo depende de la opinión; La ambición, el lujo, la codicia, se remontan a la opinión. Según la opinión, sufrimos … Así que también ganemos el camino de la victoria en todas nuestras luchas, porque la recompensa es … la virtud, la firmeza del alma y la paz que se gana para siempre.”
- Séneca, Epístolas LXXVIII. 13–16.
La otra cara de la moneda
Del otro lado, tenemos a una gran mayoría quienes se prestan al sentir en cuerpo y alma, ya sea de manera religiosa o simplemente abriendo su corazón a las distintas instancias que la vida nos presenta. Los llamaremos Sentimentalistas. Si lo comparáramos con un clásico de fútbol este sería un Boca-River, por seguro.
Realmente no existe tanto fervor, pero sí son muy diferentes el uno con el otro y en ciertos casos se podrían definir como polos opuestos. Los sentimentalistas se jactan con el hecho de que ellos sí viven la experiencia y aseguran:
-El apático se esconde como un cobarde de las experiencias y del sentir por miedo a salir lastimado-
El sentimentalista tiende a ser un poco cruel con quienes no piensan como ellos en ciertos casos excluyéndolos. El apático pasa y es transitorio mientras que el sentimentalista se mantiene y se aferra a los lugares en donde se siente pleno. La contrariedad de la apatía es la pasión y eso es lo que buscan ellos, la pasión, moverse por los distintos aspéctos de la vida buscando cosas, personas que los apasionen y los hagan transitar por los caminos del mundo de los sentimientos. Pero en algún momento hay que pagar el precio.
Así como dije que los apáticos debían dejar la posibilidad de sentirse plenos para no sentirse mal, los sentimentalistas también tienen cosas que perder. El hecho de abrirse en cuerpo y alma hacia las experiencias de la vida en ciertos casos nos llevan a lugares en donde se presenta el mal, para muchos la revelación del mal en el mundo sucede en algún punto de la vida, es decir, en algún momento vas a conocer a un grandísimo hijo de puta que te haga mierda. La primera reacción es de enojo y preguntándose
¿Por qué a mí?
Pero, lamentablemente, es algo inevitable y por lo cual todo sentimentalista debe pasar, conociendo la maldad en el mundo y los nulos límites que puede llegar a conocer una persona por el simple hecho de conseguir su objetivo. No fuiste vos, solo tuviste la mala suerte de atravesarte en el camino de una mala persona.
Yo
En muchas ocasiones me he planteado la apatía y lo intenté, pero los sentimientos le ganaron al racionalismo y jamás pude lograrlo. No creo que ninguna de las dos posturas -las cuales son exageradamente extremistas- deberían ser criticadas, si no que deberíamos abrirnos al pensar diferente e intentar cosas nuevas. Creo que estamos en esta vida para aprender, para tener experiencias y vivirlas a fondo por lo que para poder enriquecernos deberíamos pasar por las dos formas de vida, intentando entender cómo se vive y crear nuestra propia filosofía, no siempre hay que estar en un extremo u otro, a veces, es mejor estar en el medio.
“Los humanos somos momentos” me dijo una vez una amiga y en efecto es la realidad, cada uno en diferentes momentos han actuado diferente y sentido cosas que probablemente jamás volverán a sentir. Hoy adoptamos una perra y esa felicidad -efímera, pero felicidad al fin- que nos provoca tener, por ejemplo, un animal acompañándonos vale, el hecho de traerla a casa por primera vez es una experiencia que se vive, que saca nuestros sentimientos a flor de piel y nos provoca plenitud. El hecho de jugar con este animal cuando estemos aburridos o mal también nos provocará plenitud. Por eso, debemos buscar en dónde nuestros sentimientos se puedan expresar mejor y si no lo encontramos entregarnos a la apatheia, de manera temporal, eso sí.
- Para quienes se consideran apáticos:
Muy seguramente una experiencia, o una decisión racional a raíz de algo que te pasó te hace estar en esta situación, no está mal refugiarnos de nuestros sentimientos cuando no los podemos controlar pero no nos podemos mantener así el resto de nuestra vida porque si no solo seríamos cuerpos vagando con el peso de la existencia. Buscá cosas que te puedan llevar al opuesto de la apatía. Encontra tu pasión. En una tragedia lo único bello que se puede sacar es el arte, es quien te va a acompañar en los momentos donde nadie te acompaña y, cuando salgas, vas a poder ver lo fuerte que fuiste y la gran capacidad que tuviste para crear algo lúcido basándote en esa oscuridad.
- Para quienes se consideran Sentimentalistas:
La vida te ha llevado -y te llevará- por caminos en los cuales tus sentimientos se van a tener que mostrar, muchas veces aunque no queramos nuestro corazón decide por nosotros -a veces bien, a veces mal- y hay que saber controlarlo, no reprimirlo pero sí controlarlo. Considera la apatía como forma de refugiarte en los casos en donde las cosas vayan mal, pero no recomiendo permanecer ahí. Regulá tus emociones y dejale espacio a tu racionalidad pero no dejes de vivir.
Como vengo recalcando, todo son experiencias y si nunca estás mal no vas a notar cuándo estés bien, si nunca odiaste nunca vas a saber amar y si nunca sentiste la apatía nunca vas a saber lo que es sentir todos tus sentimientos a pleno. Debemos abrirnos para conocer y aprender, el conocimiento solo se da a partir del hacer, probemos cosas diferentes. Vivamos, que el resto no importa nada.